Leyendas de Guanajuato: Conoce las más famosas

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Una de las búsquedas que más se realizan en Google es leyendas de Guanajuato.

Por ello, UN1ÓN Guanajuato te deja las leyendas más famosas de esta entidad, además de una breve explicación de qué es una leyenda. 

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¿Qué es una leyenda? De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, una leyenda es una narración de sucesos fantásticos que se transmite por tradición. Otro significado de leyenda es: Relato basado en un hecho o un personaje reales, deformado o magnificado por la fantasía o la admiración.

Estos relatos se han contado durante siglos en Guanajuato. Generación tras generación han narrado estos hechos que forman parte de la tradición oral de la entidad.

Después de la breve explicación, te dejamos las leyendas más famosas de Guanajuato.

Leyenda del Callejón del Beso

Es quizá la leyenda más famosa de Guanajuato. El Callejón del Beso es uno de los sitios más emblemáticos de la entidad. La leyenda sobre este lugar se basa en la historia de Carmen, una joven que era hija única y cuyo padre era muy celoso y violento.

Doña Carmen era cortejada por Luis, un humilde minero, por lo que al ser descubierta por su padre, fue encerrada y amenazada con ser enviada a un convento.

Una ventana de la casa de Carmen daba hacia un angosto callejón, tan estrecho que era posible, asomado a la ventana, tocar con la mano la pared de enfrente.

Fue así como Carmen y Luis pudieron verse, a través de la ventana que daba al callejón; sin embargo, fueron descubiertos por el padre de la joven, quien presa de la ira, clavó una daga a su propia hija.

Luis mantenía la mano de su amada entre las suyas; y se despidió de la joven con un beso.

El callejón donde se estuvo la ventana de Carmen, a través de la cual pudo encontrarse con su amado, mide 68 centímetros de ancho.

La tradición cuenta que los enamorados deben darse un beso en el tercer escalón, de lo contrario tendrán 7 años de mala suerte. En cambio, el beso les augura 15 años de buena fortuna.

Leyenda del Pípila

Era un modesto minero, oriundo de San Miguel de Allende, pero que por entonces trabajaba en el vecino mineral de Mellado. Su nombre era Juan José de los Reyes Martínez, más conocido en la historia por el mote de “Pipila”

Ya sabes que en Hidalgo, una vez descubierta la conspiración, reunió un puñado de gente del pueblo, entre quienes se encontraban los reclusos de la cárcel, y con ellos los que se iban reclutando en el camino, llegó a Guanajuato.

Su objetivo principal era tomar la Alhóndiga de Granaditas donde el intendente Riaño se hizo fuerte con los soldados de la guarnición. Los tesoros que estaban a su cuidado (como tres millones de pesos), plata en barra, dinero en efectivo y hasta un azote de la Real Hacienda, además de los pertrechos y alimentos, eran necesarios para resistir el sitio.

El combate fue espantoso y los actos de valor y heroísmo se sucedían de uno y otro bando.

Sin embargo, hay que advertir que los que se refugiaron en la Alhóndiga no fueron únicamente españoles, sino también familias criollas de posición media y acaudalada, que no ignorando los resultados del saqueo, temían no solo por sus bienes sino por sus vidas, en virtud de que como en Guanajuato la existencia había sido pacífica, no tenía más que escasísimas armas.

Recuérdese el parte de Riaño A Calleja: ” Venga en mi auxilio porque no tengo para defenderme más que unas espadas que parece de vidrio. Voy a resistir porque soy honrado”.

En la cruenta e inenarrable batalla, ese hombre del pueblo, humilde barretero de Mellado se echó sobre la espalda una losa, provisto de una tea, y caminando a rastras llegó hasta la puerta misma de la Alhóndiga, a la que prendió fuego, después de haberle untado brea. Al ceder la madera, la multitud se abalanzó sin importarle que muchos caían muertos ante las descargas cerradas de los españoles. Caían unos, y sobre ellos pasaban otros, para sostener en el patio del edificio, la lucha cuerpo a cuerpo, igualándose de ese modo las fuerzas, pues las armas de fuego ya no valían en ese momento hasta correr la sangre como un arroyo por la puerta y por la calle de Mendizábal hacia abajo…

De aquí la razón de este capítulo: de no haber sido por el arrojo del “Pipila”, Hidalgo no hubiera tomado Granaditas y la suerte de la insurrección habría sido otra, es decir la independencia de México se habría consumado, pero quién sabe cuánto tiempo más tarde, en que condiciones y a costa de qué sacrificios. 

El éxito de este histórico choque entre insurgentes y realistas –decimos- se debió principalmente a valor del “Pipila”

Finalmente con ese trascendental episodio se abre la inicial de una epopeya en la que Guanajuato se cubre de gloria y que significa una de las páginas excelsas de la historia de México

Leyenda de la Casa de los Lamentos

Se dice La Casa de los Lamentos fue habitada por la hija del marqués de San Clemente quien era dueño de las minas de Cata y de Mellado.

Esta casa, que data del siglo XVIII, funcionó como oficina postal y en el año de 1890 pasó a manos de un acaudalado ingeniero minero que compraría la propiedad con fines de acondicionarla para su prometida Doña María Constanza de la Rivera Olmedo. Esto antes de que sus vidas fueran marcadas por una tragedia.

Entre sus rincones oscuros y colmados de misterio, la casa aguarda la historia de Don Tadeo Fulgencio y Doña Constanza: ella fue asesinada y él enloqueció a raíz de la muerte de su mujer.

Constanza fue asesinada en un asalto fallido, esto provocó que Tadeo perdiera la razón. En su dolor, buscó a una bruja para que lo ayudara a contactar a su mujer en el más allá.

La bruja le enseñó rituales de magia negra a Tadeo, entre los cuales se incluían sacrificios humanos; en la casa se hallaron restos humanos y libros de magia negra. 

En el interior de la Casa de los Lamentos podrá conocer los pasatiempos preferidos de Don Tadeo Fulgencio, sus deseos, su tragedia, su venganza, disfrutando de una leyenda más de la ciudad.

Si desea descubrir las historias que encierra este lugar y está acostumbrado a las emociones fuertes y al misterio, visite la Casa de los Lamentos ubicada en la carretera a Dolores Hidalgo Km. 4, Valenciana, Gto.

Abierto todos los días de 10:00 a 7:00 pm y en esta temporada vacacional de 10:00 a 8:00 pm incluyendo días festivos.

Leyenda de la Momia Viviente

Este relato comenzó a tomar fuerza luego de que las momias viajeras regresaran de su peregrinar por Estados Unidos.

Cuenta la historia que un hombre arribó a la ciudad por cuestiones de trabajo, el sujeto sentía una gran emoción por recorrer los rincones de la ciudad y conocer las leyendas de esta bella población con aires coloniales.

El visitante decidió ingresar al museo de la momias y mientras recorría el lugar se percató que una de los ejemplares que acababan de regresar de Estados Unidos no se encontraba en su sitio, no le otorgó mayor importancia debido a que pensó que aún se encontraba en trabajo de restauración.

Tras concluir su recorrido, el visitante se dirigió a su hotel y en el camino vio como un auto estaba a punto de atropellar a una mujer, por lo que decidió ayudarla empujándola para librarla de la embestida del vehículo.

La dama rápidamente se levantó y agradeció al visitante, sin embargo al darle la mano al hombre se le desprendió uno de los dedos, el cual se convirtió en hueso de manera inmediata.

El sujeto había ayudado a una de las momias, la cual ronda por las noches las calles de la ciudad.

Leyenda del brinco del diablo

Abasolo está situado en la falda norte de la llamada sierra de Huanimaro, donde se eleva un promontorio rocoso conocido originalmente como el cerro de los tres picachos.

Desde hace mucho tiempo los vecinos que se acostumbraron a realizar paseos a un pequeño valle que se encuentra detrás de los picachos, siendo la fecha de paseo más importante, la del 14 de Septiembre, fecha con la que se iniciaban los festejos patrios.

A partir del año 1933 para este paseo, desde el 13 de Septiembre por la mañana, empiezan los lugareños a llevar maderos y ramas con las que harían sus enramadas para el paseo, cuando de repente al ir subiendo la cuesta, varios de ellos observan extrañados como sobre el cerro empiezan a arremolinarse unas gruesas nubes, que de un momento a otro comenzaron a soltar un gran torrente de agua acompañado de un viento huracanado que desconcierta a los paseantes, ya que todo el horizonte se cubre de una gran oscuridad, quebrada solamente por el estallido de los truenos que iluminaban con sus rayos todo el horizonte.

Es gracias a los relámpagos, el que todos pudieron ver que algo insólito estaba sucediendo: un hombre vestido de traje, que saltaba tranquilamente de un picacho a otro, observando que a cada salto arreciaba la tormenta al grado que en cuestión de segundos, estaban ya todos empapados.

Los pobladores aseguran que el sujeto se trataba del mismísimo demonio y desde ese entonces nombran al valle como “el salto del diablo”

El Monumento de la llorona

Por la carretera que conecta a Dolores Hidalgo con San Luis de la Paz, ambas ciudades en Guanajuato, se ubica la ex-hacienda 7 Reales, hoy en día un caserío que aún conserva parte de la casa grande y la iglesia. Dentro de los predios de la ex-hacienda, entre las tierras de cultivo, hay un monumento singular que se puede ver desde el camino en épocas de siembra. Dicho monumento, hecho de cantera, es el dedicado a la Llorona.

Según se puede leer en una inscripción labrada en la cantera, este monumento se levantó un día de septiembre de 1913. De acuerdo con una leyenda, debido a que la Llorona había estado rondando esos parajes y la gente andaba muy asustada, el dueño de la hacienda mandó traer a un sacerdote, quien hizo un exorcismo y sugirió levantar el monumento, y desde entonces la ánima chocarrera dejó de merodear los alrededores. Texto de Homero Adame.

En la misma inscripción también se lee que aquella persona que rece un Ave María frente al monumento tendrá 300 días de indulgencia.

Los lugareños explican que la capilla de la hacienda está dedicada a San Miguel Arcángel y su fiesta se realiza el 29 de septiembre de cada año. Sin embargo, en décadas pasadas la conmemoración, las danzas y la misa se celebraban en el citado monumento, pero desde que una tarde de tormenta un rayo tumbó la cruz que antes existía, se decidió que a partir de entonces las festividades se llevasen a cabo en la capilla.

El Tesoro de las Margaritas

En “Las Margaritas” población ubicada en San Bartolomé, hay un tesoro que dejaron los españoles, dicen que son unas ánimas las que dan la ubicación a los paseantes de dónde está el dinero enterrado.

Esas ánimas ofrecen el tesoro porque ellas andan buscando descanso; entonces el buscatesoros también tiene que prometerles algo, como por ejemplo dar un socorro a la iglesia o a los prójimos pobres; una donación con parte del dinero que saque.

Quien encuentre el dinero debe hacer un funeral en el panteón de la localidad, aunque sea con una caja vacía.

Leyenda de la Plazuela de Carcamanes

La leyenda de este lugar cuenta que hace más de siglo y medio se establecieron en Guanajuato dos hermanos extranjeros procedentes de Europa.

Su apellido Karkaman, el que derivó a “Los Carcamanes” para referirse a ambos. 

Ambos hermandos eran comerciantes, lo que los volvió muy populares. Vivían en una casa que se encuentra al fondo a la izquierda de la Plazuela de San José.

Los Carcamanes llevaban una vida tranquila hasta que sus cuerpos fueron encontrados la mañana del 2 de junio de 1803.

Los vecinos hallaron la casa de los hermanos abierta, por lo que se pensó que el móvil del dible asesinato fue el robo.

Sin embargo, en el lugar se halló también el cuerpo de una bella mujer, que vivía con los hermanos; la dama tenía una herida en el corazón.

La historia cuenta que la mujer sostenía un romance con los dos hermanos, llamados Arturo y Nicolás. Uno de ellos, Arturo, presa de los celos, confrontó a su hermano, a quien privó la de la vida.

Después de matar a Nicolás, Arturo confronto a su amada infiel a quien asesinó. Tras cometer ambos asesinatos, Arturo se privó de la vida 

Cuando las autoridades intervinieron y se corrieron los trámites de rigor, el cuerpo de Nicolás fue inhumado en el que es templo de San Francisco, y Arturo en el Panteón de San Sebastián.

Y cuenta la leyenda que por, ese rumbo de San José, a la casa hacen el recorrido, apenas cae la noche, hasta la madrugada lamentando su suerte y llorando su castigo. 

Leyenda del Usurero del Baratillo

En la Plaza del Baratillo fue muy conocido. Allí vivió todavía en tiempos de la Revolución de 1910.

Dos o tres veces al día, cuando el hambre lo acosaba materialmente clavando sus aguijones en las paredes del estomago bajaba la escalera de su casa.

Sólo así se habría el pesado zaguán, hermético por el resto de las 24 horas del día.

Rápidamente cambiaba unos centavos por atole y tamales o bien por nopales y tortillas, según la hora, y sin cruzar palabra con nadie, volvía otra vez a su encierro.

La gran puerta de madera dejaba oír el crujido de sus goznes herrumbrosos, para continuar irremediablemente cerrada.

Era el usurero del Baratillo, como dio en llamarle la gente del pueblo.

Hombre enjuto, de mirada extraviada, blanco, estatura regular, bigote y piocha que dejaban ver evidentemente un rostro sin afeitarse. Vestía pantalón negro y camisa que se suponía blanca en otros tiempos.

Este hombre eran tan rico, que por haber acumulado tan inmensa cantidad de monedas de oro perdió la razón. Hace años que a toda hora del día y de la noche, según cuenta el vulgo, se le oye contar y recontar el dinero y gozar con el tintineo de las monedas que chocas unas con otras, dejándolas caer sobre el colchón de su cama.

Del ropero y del arcón donde guardaba su caudal, llevaba las talegas a su casa y allí las depositaba.

Ese ruido tan peculiar era toda su obsesión…

Dicen que ese tesoro provenía del montepío que tuvo en su propia casa por muchos años y por prestar con muy altos intereses.

Fue también proverbial que la gente atribuyera al sombrío prestamista esta frase: “peso que no deje diez, para qué es.”

Prestaba su dinero en oro y ponía como condición que se le devolviera en oro, fijando, como hemos dicho, réditos crecidísimos.

Una ocasión tropezó con un hombre demasiado listo, quien logró sacarle a plazo corto como dos mil pesos con el 25 por ciento, pagaderos en ocho días, pero que lejos de liquidarle, huyó llevándose el dinero.

Fue esta la causa definitiva de su locura. 

Desde ese día para el usurero no hubo más obsesión que contar su dinero y chapotear con sus manos repletas de monedas, que dejaba escurrir para escuchar cómo sonaba al golpear unas con otras.

Los vecinos lo ven casi todas las noches, y las familias que han vivido en esa casa oyen sus pasos en las escaleras que suben o bajan, y por las noches oyen también en tintineo de las monedas.

Es el usurero del Baratillo que cuenta su tesoro, tesoro que, como hasta ahora nadie lo ha encontrado, se asegura que sigue escondido en varios sitios de la casa, pues en medio de su gran avaricia pensaba que de ese modo jamás podrían encontrarlo.

Leyenda de La Calle del Truco

Se dice que el nombre de esta calle viene de esa palabra que significa ardid o artimaña, trampa en el juego aún cuando también puede ser corrupción de la voz “trueque”, que significa cambio o permuta.

La gente que vive por allí asegura que una sobra de varón, vestido a la usanza, con larga capa, sombrero de ancha ala calado hasta las cejas, de modo que sólo deja de ver dos chispas a manera ojos sobre el rostro pálido y desencajado, se desliza apresurado a lo largo de esta calle cuando el silencio y las sombras de la noche son completas.

Es la sombra de Don Ernesto, que sigiloso se detiene delante de una puerta.

Llama tres veces. Se oye un chirrido de ultratumba. Entra el caballero. Es la Casa de Juego, a la que sólo van los más ricos. Se juega en grande, Primero las bolsas repletas de oro, después las fincas, luego las haciendas. Es mal día para don Ernesto. Ha perdido tres o cuatro de sus mejores propiedades. Está nervioso como nunca. La Fortuna le ha dado las espaldas. Hace un recuento en la mente y advierte que lo ha perdido todo.

“No todo, amigo, aún queda algo de valor”.

-“¡ El diablo lo supiera! ¿Qué es?”

-” Y va en una jugada por cuanto habéis perdido, en el primer albur” – agrega la primera voz.

Don Ernesto, fuera de sí exclama: 

-“¿ A qué os referís? ¡Decidlo de una vez!- y hace él además de incorporarse. 

¡”Calma, calma!” –Agrega el contrincante. 

“¡ Que tenga vuestra madre! 

– grita de nuevo el desafortunado caballero

Su adversario se inclina sobre la mesa para musitar unas palabras al oído de don Ernesto…

-“¡No por Dios! ¡Ella no! –Grita el perdidoso en el colmo de la exaltación.

-” Resolveos, así podréis recuperar vuestras riquezas”…

Transcurre unos instantes de lucha en el interior del sombró jugador, y al fin exclama

-“¡Sea pues! ¡A la carta mayor!” 

Su amigo, parsimoniosamente, coloca sobre la mesa dos cartas; una sota de oros y un seis de espadas…

-“¡ A la sota !” – Grita don Ernesto temblando de emoción.

Se deslizan los naipes fatídicos… siete de bastos, tres de oros, caballo de copas y al fin aparece la carta maldita, el seis. 

-“Perdéis nuevamente”. 

El caballero queda mudo, sin moverse, como desplomado sobre sí mismo.

Ha jugado a su bella esposa. Es hombre de palabra y tiene que cumplir.

Esa vez su adversario fue el propio diablo, por eso don Ernesto no vio una sola jugada…

Es la Calle del Truco.

Leyenda de la Princesa de la Bufa

Se dice que en el Cerro de la Bufa alienta una princesa encantada de rara hermosura, que en la mañana de cada uno de los jueves festivos del año, sale al encuentro del caminante varón, pidiéndole que le conduzca en brazos hasta el altar mayor de la que hoy es la Basílica de Guanajuato, y que al llegar a ese sitio volverá a esplender la ciudad encantada, toda de plata, que fue esta capital hace muchos años, y que ella, la joven del hechizo, recobrará su condición humana.

Pero para romper este encantamiento hay condiciones precisas, tales como que el viajero, fascinado por la belleza de la joven que le llama, tenga la fuerza de voluntad suficiente para soportar varias pruebas; que al llevarla en sus brazos camine hacia adelante sin turbación y sin volver el rostro, no obstante escuche voces que le llamen y otros ruidos extraños que se produzcan a su espalda. 

Si el elegido pierde la serenidad y voltea hacia atrás, entonces la bella muchacha se convierte en horrible serpiente y todo termina ahí.

La oferta es tentadora: una lindísima muchacha y una fortuna inacabable, pero ¿quién es galán con temple de acero que pueda realizar esta hazaña?

Por lo visto las condiciones son precarias, pues Guanajuato, el Estado que hoy conocemos, tiene más de cuatro siglos de vida y no ha habido quién cumpla los requisitos para deshacer el hechizo.

Escritores y poetas nacen y mueren con mayor o menor galanura en el lenguaje todos repiten la leyenda, como un canto a Guanajuato, a la Bufa y a la hermosa princesa encantada.

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